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Serie La Revolución Mexicana - Parte 2

Escrito por Edgar I. Herrera | Nov 19, 2025 9:05:46 PM

La Medicina Mexicana en la víspera de la Revolución Mexicana: Un balance de la ciencia y la práctica en 1910

Continuamos con esta maravillosa serie de La Revolución Mexicana en estos días alegóricos a tal trascendental fecha histórica. Este ciclo de publicaciones tiene como objetivo acercar a nuestra comunidad al profundo impacto que tuvo este movimiento en diversas áreas, especialmente en el ámbito de la salud y la medicina nacional. Si sigues nuestras publicaciones, sabrás que en la primera parte de nuestra serie estuvimos dialogando sobre algunos antecedentes relevantes y figuras que desempeñaron un rol esencial en la medicina Mexicana, abordando tanto sus aportaciones científicas como la forma en que enfrentaron los retos de la época, sentando las bases para el desarrollo de la atención médica durante y después de la revolución.

La Revolución tecnológica y quirúrgica 

La incorporación de tecnología en laboratorios, gabinetes y quirófanos ha sido un paso clave en la modernización de la medicina mexicana. Estas herramientas no solo lograron una precisión diagnóstica impresionante, sino que también abrieron nuevas puertas en las opciones de tratamiento, transformando por completo la forma en la que se realiza la intervención médica.

Laboratorio y Gabinete: La nueva mirada al interior del cuerpo

Desde 1893, José Terrés promovió con entusiasmo el uso sistemático del análisis de laboratorio, contribuyendo a que se convirtiera en una práctica común. Se investigó la albuminuria en casos de insuficiencia renal y se descubrió una relación entre la eosinofilia y la parasitosis. En el campo de la innovación, destacaron el cardiógrafo y el toracógrafo diseñados por el fisiólogo Vergara Lope, que marcaron avances importantes. La adopción de los rayos X fue bastante temprana; Tobías Núñez instaló un aparato en el Hospital Juárez poco después de su llegada, lo que evidenciaba una visión futurista. Para 1906, médicos destacados como Quijano, Álvarez Amézquita y de León ya realizaban arteriografías de alta calidad, lo que refleja su compromiso con la excelencia. Además, se crearon gabinetes de electroterapia, como el que Roberto Jofre instaló en el Hospital General, equipado con tecnología importada de Europa, lo que demuestra la determinación de mejorar la atención médica mediante recursos de vanguardia.

Asepsia y Anestesia: los pilares de la cirugía moderna


Modelo de sala de operaciones asépticas de la casa de curación quirúrgica del Doctor Cardenal

La práctica quirúrgica experimentó una transformación significativa con la instalación de quirófanos modernos en los principales hospitales del país, como el Juárez, San Andrés y General, respectivamente. La adopción rutinaria de autoclaves y la implementación estricta de medidas de cirugía aséptica redujeron notablemente las tasas de infección y de mortalidad. En anestesia, aunque el cloroformo era el anestésico habitual, los médicos mexicanos también destacaron por sus avances, realizando en 1900 la primera aplicación de cocaína subaracnoidea (anestesia intrarraquídea), una técnica innovadora para la época.

Las nuevas fronteras de la intervención quirúrgica

Con el respaldo de la anestesia y la asepsia, los cirujanos mexicanos continuaron explorando nuevas y emocionantes fronteras. En 1910 alcanzaron logros muy importantes que marcaron un gran avance.

  • Cirugía de tiroides: Alfonso Ortiz realizó la primera tiroidectomía total en 1893 y para 1908, Manuel Godoy ya presentaba series de casos exitosos.
  • Cirugía gástrica: Manuel Toussaint, siguiendo la escuela de Billroth, realizó la primera gastrectomía en 1902 y acumuló una importante experiencia en la gastroenteroanastomosis para el cáncer gástrico.
  • Cirugía de hígado y vías biliares: a Toussaint se debe también la primera colecistectomía. Por su parte, Pagenstecher fue pionero en realizar intervenciones para derivar la circulación en casos de hipertensión portal.
  • Cirugía ginecológica: la histerectomía ha evolucionado significativamente. Tras un primer intento fallido de Lavista en 1878, la técnica fue perfeccionada por cirujanos como Nicolás San Juan y, fundamentalmente, Julián Villarreal, quien en 1897 logró el éxito al aplicar una técnica aséptica y de ligadura del muñón uterino.
  • Cirugía de cráneo: Rafael Lavista presentó en 1897 su experiencia en la evacuación de hemorragias subdurales. En 1910, José Ramón Icaza realizó una trepanación exitosa para tratar un caso de epilepsia jacksoniana.
  • Contribuciones de Aureliano Urrutia: considerado el cirujano más brillante de su generación, Urrutia desarrolló una notable experiencia en cánceres pilóricos y fue un innovador al introducir el cine en la cirugía en 1909, al filmar sus operaciones con fines didácticos.

Este avance en la práctica no fue algo aislado, sino que se mantuvo y se fortaleció gracias a un nuevo y firme compromiso del gobierno con la institucionalización de la investigación científica.

La institucionalización de la investigación: los grandes Institutos Nacionales

La creación de institutos de investigación a finales del siglo XIX y principios del XX representó un paso muy importante en la transformación de la medicina en México, pasando de un enfoque clínico más tradicional a la era moderna de las ciencias biomédicas. Gracias al positivismo de la época y al firme respaldo del gobierno, se construyó un ecosistema científico dedicado a generar conocimiento innovador y útil para abordar los desafíos de salud del país.

El Instituto Médico Nacional (1888): de la flora a la farmacología

Fundado el mismo año que el Instituto Pasteur de París, el instituto tuvo como misión principal la investigación farmacológica sistemática de la materia médica mexicana, alianzando la fisiología, la química y la clínica. Entre sus logros destacan:

  • Publicaciones: editó la revista El Estudio y los Datos para la materia médica mexicana, obras monumentales que recopilaban el saber sobre la herbolaria nacional.
  • Secciones: contó con secciones especializadas, entre ellas una de Geografía Médica, dirigida por Domingo Orvañanos, que elaboró un atlas epidemiológico de gran valor.
  • Metodología: su enfoque era riguroso: partía del análisis químico de plantas como la yoloxóchitl, el zapote blanco o el peyote; continuaba con la experimentación en animales para determinar efectos y toxicidad; y culminaba con ensayos clínicos controlados en pabellones del Hospital de San Andrés.

El cierre repentino del instituto en 1915 supuso un duro golpe para el avance de la investigación farmacológica en nuestro país.

El Instituto Patológico Nacional (1899): la patología celular en México

Este instituto nació del Museo Anatomopatológico, fundado por Rafael Lavista y impulsado por Manuel Toussaint en 1896. Desde sus inicios, estuvo profundamente influido por las ideas de Rudolf Virchow, cuya teoría celular constituyó la base del instituto. El mismo Toussaint, quien tuvo la oportunidad de estudiar con Virchow, se encargó de traducir su Manual de autopsias, que se convirtió en la guía más utilizada. Sus principales áreas de investigación fueron las patologías más comunes en México, como las diferentes lesiones tuberculosas, los abscesos hepáticos amibianos (destacados por los trabajos de José Mesa y Gutiérrez), la cirrosis y los tumores malignos.

La clausura del instituto en 1917 supuso una pérdida importante para la ciencia mexicana.

El Instituto Bacteriológico Nacional (1905): la lucha contra los microorganismos

Este instituto, que nació en el departamento de bacteriología del Instituto Patológico y estuvo influido por Manuel Toussaint, quien se formó con Robert Koch, desempeñó una doble función crucial.

  1. Investigación: realizó estudios fundamentales sobre el agente causal del tifo y el bacilo pestoso, que había causado un brote en Mazatlán en 1902.
  2. Producción: se convirtió en el principal centro productor de sueros y vacunas del país. Elaboró sueros de Haffkine y de Besredka contra la peste, toxoide tetánico y sueros antialacránicos y antiviperinos, entre otros.

Dirigido por figuras como Ángel Gaviño y Octaviano González Fabela, el instituto logró sobrevivir a los vaivenes de la Revolución y, posteriormente, se transformó en el Instituto de Higiene, asegurando la continuidad de su labor en salud pública.

En conjunto, estos tres institutos crearon un vibrante ecosistema de investigación que contribuyó a situar a México en la punta de la innovación científica en América Latina. Sin embargo, su crecimiento completo se vio truncado por la inestabilidad política que se aproximaba a estallar.

El año 1910 no fue un comienzo abrupto, sino la culminación de décadas llenas de esfuerzo y progreso en la modernización de la medicina en México. Al analizar este período, podemos ver una comunidad médica llena de energía y sofisticación, que había llegado a un nivel admirable en tres aspectos conectados: la consolidación de una tradición clínica y quirúrgica única, la emocionante adopción y adaptación de los avances tecnológicos mundiales, y la creación de una infraestructura de investigación científica que nunca antes habíamos tenido en el país.

La Castañeda, inaugurado en 1910, fue uno de los primeros hospitales psiquiátricos en México.

El legado de esa época fue realmente importante para todos. El "sano optimismo" que predominaba en 1910 se basaba en logros muy concretos que establecieron sólidas bases institucionales, profesionales y científicas. Estas bases serían fundamentales para el crecimiento de la medicina mexicana después de la revolución. Además, la manera en que la comunidad médica pudo aprender de los avances del mundo y adaptarlos a las necesidades locales —desde el tratamiento del tifus hasta la cirugía de cráneo— muestra un espíritu de progreso y confianza en su potencial, cualidades que marcarían su desarrollo en los años siguientes.

Es curioso cómo este momento de gran avance científico y profesional coincidió con el inicio del conflicto social y político más importante de México del siglo XX. La medicina de 1910 muestra un mundo en plena expansión, evidenciando todo lo que se había logrado y dejando entrever las sólidas bases que, a pesar de la agitación que se aproximaba, permitirían que la ciencia médica mexicana se recompusiera y siguiera avanzando.

...Continuará en una próxima publicación...